Empiezan a sonar frases en el mundo financiero que recuerdan a las más duras sentencias de la Gran Crisis. Tras una larga década con tipos de interés al mínimo para espolear el anodino crecimiento de unas economías con una inflación muda, todo ha cambiado de repente. Los precios se han disparado tras la interrupción total del mundo por el covid y los bancos centrales se han visto obligados a subir a la carrera el del dinero. El resultado empieza a destapar lo que había debajo de las lonas: en cuanto se han endurecido un poco las condiciones financieras, ha aparecido una gigantesca pila de peligrosos ‘préstamos basura’ (junk en inglés).
En Wall Street empieza a preocupar la manera en que estas subidas de tipos perjudiquen a unas empresas cargadas de deuda que se han estado financiando estos años con facilidad, especialmente con el tonelaje de estímulos arrojados a raíz de la pandemia. El paisaje de una crisis crediticia a medida que la economía se ralentiza nunca es agradable.
Los impagos de los llamados préstamos apalancados alcanzaron los 6.000 millones de dólares en agosto, el mayor total mensual desde octubre de 2020, cuando el cierre de la pandemia lastró la economía estadounidense, según datos Fitch Ratings recopilados por The Wall Street Journal. La cifra representa solo una fracción del extenso mercado de préstamos, que se duplicó en la última década hasta alcanzar unos 1,5 billones de dólares, pero ha aparecido el ‘canario en la mina’. Los analistas tienen claro que se avecinan más impagos.
La dinámica es simple. Los pagos de intereses de los préstamos fluctúan al ritmo de los tipos de interés de referencia fijados por la Reserva Federal. Cuanto más suba el banco central los tipos, mayor será la presión sobre las empresas que se endeudaron cuando los tipos eran casi nulos.
Las palabras de Powell dieron paso a una avalancha de informes publicados por los bancos de inversión alertando de la enorme ‘bomba de relojería’ que se esconde en el crédito. “Los prestatarios son particularmente vulnerables al doble golpe de la debilidad de los beneficios y el aumento de los tipos de interés”, dijo Srikanth Sankaran, estratega de Morgan Stanley.
No pocos bancos de Wall Street se comprometieron a conceder préstamos a principios de año -a menudo respaldando adquisiciones de empresas de capital privado- y ahora necesitan vender la deuda a los inversores. La tendencia se está acelerando. En los últimos tres meses, el número de préstamos que han recibido rebajas de la calificación crediticia ha sido aproximadamente el doble que el de las subidas, el mayor número desde octubre de 2020, según un estudio de Bank of America.
FUENTE: ELECONOMISTA.ES
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