El crecimiento acelerado del costo de vida, la crisis de precios por los combustibles, el dólar por las nubes y un petróleo que no dan tregua, al parecer, ya le están pasando factura al dinamismo que traía consigo la economía nacional desde que pasó la pandemia y, poco a poco, se frena el buen ritmo de crecimiento que puso al país como un ejemplo ante el mundo
En la próxima semana se espera el anuncio de la fecha de una cumbre presidencial que permitiría conocer la hoja de ruta de cómo y cuándo volvería la normalidad plenamente a una de las zonas del país que ha sido más afectada económicamente por la crisis en Venezuela.
La posibilidad de que las tasas de interés tan altas afecten los rendimientos empresariales y que el aumento de combustibles que se viene para el país, de por lo menos 600 pesos hasta diciembre, dispare aún más la ya elevada inflación, son algunos de los nubarrones que se asoman en el futuro cercano para Colombia.
Cuando el mercado había considerado que la inflación estaba llegando a su techo y que el Banco de la República para este segundo semestre no haría mayores aumentos en las tasas de interés, el resultado del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del mes de agosto sorprendió al alza.
Ante este panorama, el Banco J. P. Morgan (el más grande de los Estados Unidos) advirtió que la economía en el país está dando serias señales de desaceleración, por lo que rebajó sus proyecciones de crecimiento a nivel trimestral, para 2022 y de cara al año entrante. Esta firma espera que el año cierre con un repunte del 7,7 %, mientras que para 2023 su perspectiva pasó al 1,7 %.
FUENTE: REVISTA SEMANA
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