Japón acaba de aprobar un plan para prolongar la vida útil de los reactores nucleares, sustituir los antiguos e incluso construir otros nuevos, lo que supone un importante cambio en un país marcado por el desastre de Fukushima que en su día planeó el abandono progresivo de la energía nuclear.
Japón da un giro a la energía nuclear
El giro de 180 grados en la política nuclear, anunciado por primera vez por el primer ministro Fumio Kishida en agosto, se produce después de que la oposición pública a la reactivación de los reactores se haya suavizado tras los repetidos apagones que se han producido este año en Tokio y el aumento de las facturas de electricidad.
Según la nueva política esbozada este jueves por un grupo de asesores del gobierno, el país «maximizará el uso de los reactores nucleares existentes» acelerando la reanudación de las actividades, lo que supone una inversión respecto al plan posterior a Fukushima de eliminar progresivamente el uso de centrales nucleares.
También prolongaría la vida útil de los reactores nucleares más allá de los 60 años y desarrollaría reactores avanzados para sustituir a los que se desmantelen.
Antes del desastre de Fukushima, Japón obtenía aproximadamente un tercio de su energía de 54 reactores nucleares. Ahora, sólo nueve están operativos, lo que obliga al país a quemar más carbón, gas natural y fueloil, a pesar de sus promesas de lograr cero emisiones netas de carbono para 2050.
«Existe el riesgo de que se produzca una crisis energética por primera vez desde la crisis del petróleo de 1973, ante una situación gravemente tensa», señala la hoja de ruta a diez años publicada por el grupo, citando la subida mundial de los precios de la energía tras la invasión rusa de Ucrania.
«Hemos reconocido una vez más la fragilidad de los suministros energéticos de nuestro país, lo que supone un reto para nuestra seguridad energética», añadía.
El esfuerzo de Japón por acelerar la reanudación de la actividad nuclear también está impulsado por la necesidad de reducir las emisiones de carbono, mientras lucha por aumentar significativamente el uso de energías renovables.
La hoja de ruta afirma que las energías renovables y la energía nuclear «contribuirán a la seguridad» y ayudarán al país a alcanzar tanto el objetivo de las emisiones netas cero como un suministro estable de electricidad.
El gobierno tiene previsto invertir más de 150 millones de yenes (1,1 millones de dólares) junto con el sector privado en la próxima década para alcanzar su objetivo. De esa cantidad, recaudará 20 millones de yenes emitiendo un nuevo tipo de bonos para atraer la inversión privada. La tarifa del carbono, que exige una contribución monetaria por las emisiones de efecto invernadero, se utilizará para financiar el reembolso de esos bonos.
Pero los expertos afirman que la reactivación de la energía nuclear sigue tropezando con una serie de obstáculos. Las compañías eléctricas tienen pocos incentivos para construir reactores nucleares de nueva generación, que cuestan alrededor de 1 billón de yenes cada uno.
«Prolongar el funcionamiento de los reactores existentes podría, a su vez, frenar la construcción de reactores avanzados», afirma Takeo Kikkawa, profesor de la Universidad Internacional de Japón y miembro del Consejo de Energía del Gobierno.
«Para lograr la neutralidad de carbono en 2050, ahora es la última oportunidad de poner en marcha la paralizada política nuclear», añadió.
FUENTE: Financial Times