Probablemente, lo peor en términos de inflación ha pasado ya.
Al menos eso es lo que piensa el consenso de los economistas y de los principales organismos económicos como el FMI o el Banco Mundial después de que la mayoría de países del mundo experimentaran en este año que dejamos atrás subidas de precios no vistas en cuatro décadas.
No hay duda de que la inflación seguirá haciendo daño a los bolsillos de millones de ciudadanos en 2023, pero dará un respiro general con un lento goteo a la baja durante los próximos 12 meses.
Cuando acabe ese período, el Fondo Monetario Internacional espera que la inflación mundial haya caído al 4,7%, poco menos de la mitad de su nivel actual.
Por supuesto, advierten los expertos, lo que está sucediendo en cada una de las principales economías del mundo es diferente.
No es lo mismo lo que está pasando en Europa, que en Estados Unidos o el resto de economías avanzadas ni en los países emergentes.
Más dolor
Pero muchos parecen estar de acuerdo en que el crecimiento del PIB mundial seguirá desacelerándose y que la inflación ha alcanzado su punto máximo.
Sin embargo, se mantendrá en niveles altos, en un contexto que muchos han rebautizado como la “nueva normalidad”.
“Todo apunta a que la inflación en 2023 va a moderarse, aunque seguirá siendo más elevada que antes de la pandemia“, explica a BBC Mundo Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor de Economía de IE University.
“No veremos una caída abrupta. El precio del petróleo ha bajado, pero se mantiene alto. Lo mismo que las materias primas y sigue habiendo ciertos problemas en las cadenas de suministro globales”, recuerda Martínez Lázaro.
“Por tanto esperamos que en 2023 las tasas de inflación media sean menores que las vistas en 2022. Pero desde luego vamos a tardar tiempo y no va a ser en 2023 cuando se consiga retornar a los niveles de inflación prepandemia. Para llegar a ese escenario todavía hacen falta meses”.
De hecho, los funcionarios de la Reserva Federal estadounidenses creen que la inflación tardará hasta 2025 en volver al objetivo de la institución que se sitúa en torno al 2%.
“Muchas de las presiones de mercado que se dieron en 2022, como los precios de la energía por las nubes, la crisis generalizada del coste de la vida, las subidas de impuestos y de tipos de interés aún no han ejercido todo su impacto”, dice Álvaro Antón, responsable de Iberia para la firma de inversiones Abrdn.
Por eso cree que aunque habrá variaciones regionales y nacionales, es probable que “la inflación general en la mayoría de los mercados desarrollados alcance su punto máximo a finales de 2022 o principios de 2023“, añade.
El otro punto en el que coinciden los economistas es que la desaceleración de la inflación estará ligada a la desaceleración del crecimiento, lo que causará dolor a los hogares por otro flanco.
Menos actividad, más desempleo
Al final, si las familias tienen que pagar más por todo, lo que sucede es que pueden comprar menos, pueden gastar menos en otras cosas como viajes o coches nuevos.
Sobre todo si de lo que estamos hablando es de pagar más en los artículos básicos como son los alimentos y la energía, que es donde se concentran las subidas más fuertes de precios.
Si a eso le unimos que la mayoría de bancos centrales han endurecido su política monetaria de forma importante y han subido los tipos de interés, esto se traduce en menos consumo de las familias y menos actividad para las empresas.
Este último punto, es el que puede disparar el desempleo y arrastra los precios hacia abajo.
“Es probable que se produzcan recesiones técnicas en múltiples economías durante 2023, lo que hará que el crecimiento mundial caiga por debajo de su potencial hasta el 2,6%, desde el 3,3% de 2022″, prevén en Scope Ratings.
No obstante, desde la agencia de calificación crediticia descartan que se produzca una recesión grave en el mundo o que asistamos a una crisis financiera mundial el próximo año.
En este en este entorno, con la guerra en Ucrania y las elevadas tensiones geopolíticas, con el covid extendiéndose por China, Reino Unido enfrentándose a un invierno de huelgas y una ola de frío en Europa, la contracción económica será muy difícil de evitar.
Recesión para muchos
“Mi previsión para Estados Unidos es la recesión. Tiene que tener una. Su mercado laboral actual está más tenso que nunca en un período de posguerra y, sorprendentemente, no se ha debilitado”, dice Steven Bell, economista jefe para EMEA de la firma Columbia Threadneedle en una entrevista.
Su opinión la comparten otros expertos. Para enfriar la inflación en Estados Unidos, dicen, es necesario que el mercado laboral se tome un respiro.
“Creo que necesitan una recesión. No creo que sea profunda. Será leve y la respuesta será rápida, pero creo que lo necesitan. Y Europa va a tener una también debido al increíble aumento en los precios de la energía”, añade Bell.
“Y no hay que olvidar que una recesión en los países desarrollados, generalmente conduce a la recesión en los mercados emergentes“, dice el economista.
Una designación que a menudo incluye varios países de América Latina.
Un tercio del mundo
El FMI también espera que las medidas para contener la recesión deprima muchas economías.
De hecho, la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, le dijo a un programa de noticias de la cadena estadounidense CBS que esperan que hasta “un tercio de la economía mundial” entre en recesión en este año que empieza.
Kristalina Georgieva dijo que 2023 será “más duro” que el año pasado, ya que el ciclo se está ralentizando en Estados Unidos, la Unión Europea y China, tres de los motores del crecimiento internacional.
Se ha extendido “un pesimismo para el futuro económico de 2023. En algunas regiones del planeta, el riesgo económico, monetario y social dibujará un año altamente inflamable”, explica el equipo investigador de CIDOB, el Barcelona Centre for International Affairs, en colaboración con EsadeGeo.
“El riesgo de que una crisis de deuda se amplíe en las economías emergentes durante 2023 está aumentando”.
“Sri Lanka ha sido la primera alarma. Algunos de los países que en 2023 presentarán una situación más delicada son Pakistán, Egipto o el Líbano”, añaden.
Pero pese a la bajada de los precios de las materias primas, especialmente del petróleo, el acuerdo para exportar grano de Ucrania que dio un respiro a la inflación de los alimentos y pese a las subidas de los tipos de interés, medidas todas destinadas a doblegar a la inflación, también hay quien prefiere mantenerse más excéptico con las previsiones para 2023 sobre inflación.
“Hay un riesgo de que la inflación no baje como espera el consenso. De hecho, que sea lo que espera de forma casi unánime es inquietante porque el consenso de analistas suele equivocarse más que acertar”, dice Víctor Alvargonzález, director de estrategia y socio fundador de la firma de asesoramiento independiente, Nextep Finance.
De hecho, 2022 es el claro ejemplo de cuánto puede desviarse la realidad de las previsiones de los economistas.
Muy persistente
A principio de año, los principales organismos afirmaron -casi de forma unánime- que la inflación de doble dígito que ya se registraba en muchas economías era “transitoria”. Nada más lejos de la realidad.
“Es posible que esta inflación resulte mucho más persistente de lo que la gente espera“, afirma Bell.
Otros de los peligros que podrían descarrilar el consenso de expertos es que la guerra de Ucrania se vaya definitivamente de las manos.
“Estamos en un enfrentamiento indirecto entre la OTAN (a través del ejército ucraniano) y una potencia nuclear, Rusia, así que cuánto más dure la guerra más riesgo de accidentes o escaladas bélicas hay”, dice Alvargonzález.
Otra fuerza negativa que está ahí, en la sombra, es el enfrentamiento soterrado entre China y Estados Unidos por el poder global.
“Ahora mismo EEUU está ocupado con Rusia, pero tarde o temprano caerá en la cuenta de que su mayor problema es China, que de hecho está aprovechando la situación creada por la invasión de Ucrania. Solo hay que ver la última visita de Xi Jinping a Arabia Saudita y como fue recibido”, afirma el economista de Nextep Finance.
FUENTE: TYNMAGAZINE