La amenaza de 2008 siempre vuelve

Compartir:

Ante la más mínima incertidumbre económica, siempre vuelven las mismas cuatro cifras: 2008. Es el año maldito en el que la gran crisis financiera se convirtió en la gran lengua de fuego que abrasó al mundo.

La delicada situación actual, con desajustes derivados de la pandemia y de una guerra en Ucrania que ya supera los seis meses, hace que los analistas recuperen esa fecha para avisar de lo que puede pasar. Esta vez han sido los estrategas de Bank of America (BofA) los que han puesto la chincheta en el corcho: si los bancos centrales fallan, estaremos ante otro ‘momento Bear Stearns’.

A comienzos de 2008, las fisuras del mercado hipotecario de EEUU eran evidentes, pero el relato iba por otra parte. El golpe de realidad llegó con la quiebra del banco de inversión Bear Stearns. La entidad se había volcado en los años previos con el negocio de los activos respaldados por hipotecas. Cuando estos activos empezaron a hundirse, la sucesión de acontecimientos fue fatal. La cotización de la firma llegó a hundirse un 90% en un día y acabó siendo adquirida a un precio irrisorio por JP Morgan con el respaldo por la ‘puerta de atrás’ de la Reserva Federal.

Pese al ‘apaño’, la crisis de confianza fue imparable. La bola de nieve creció hasta que en septiembre la quiebra de Lehman Brothers por idénticos motivos -con más mercancía peligrosa que Bear Stearns- fue el estallido definitivo. En ese momento, la Fed dejó caer al cuarto banco de inversión de EEUU al fracasar los intentos de un rescate privado y el resultado ya es conocido por todos. Es por ello que, aunque el momento Lehman se ha llevado la parte mediática, el momento Bear Stearns sigue considerándose el aldabonazo para un escenario de este tipo.

El equipo de analistas de derivados del banco estadounidense ha publicado esta semana una nota en la que desentraña los riesgos de que la acción que más está ahora mismo en el foco, la del Banco de Inglaterra (BoE), fracase. Según el equipo de expertos comandado por Benjamin Bowler, si los intentos del organismo por calmar al mercado no tienen resultado, el contagio será imparable y la situación se parecerá a la ocurrida a principios de 2008 con Bear Stearns. El banco central británico tuvo que salir al paso la semana pasada anunciando compras de bonos después de que el discutido plan fiscal del nuevo gobierno conservador sacudiese los mercados.

La libra se hundió y los bonos dispararon sus rendimientos ante la idea de que el Ejecutivo de Liz Truss quería recortar 45.000 millones en impuestos sin un plan de financiación definido. Un gasto, a fin de cuentas, que se sumaba al generoso apoyo anunciado a las familias y a las empresas por la elevada factura energética. Inmerso en un trazado plan de ajuste cuantativo (QT) para revertir los estímulos arrojados durante la pandemia, el BoE tuvo que dar marcha atrás y ponerse a comprar bonos. La situación con los fondos de pensiones era acuciante y los tipos hipotecarios repuntaron con virulencia.

La intervención ha calmado parcialmente la situación. Los analistas de BofA enmarcan este movimiento en lo que se conoce como ‘put’ de los bancos centrales, una expresión extraída de las opciones ‘put’ de la bolsa (opciones de venta, para protegerse contra las pérdidas de un activo) que viene a significar una intervención de estos organismos para rescatar al mercado cuando la cosa se pone fea. Un compromiso indeleble por la estabilidad financiera. El problema es que ahora se ponga a prueba recurrentemente esta capacidad de reacción y los bancos centrales no estén a la altura del reto.

La lupa sobre el BoE

“Si la opción de venta del BoE fracasara (o el próximo pulso a un ‘put’ de un banco central), el riesgo es que se asemeje al momento de Bear Stearns de la crisis de 2008, haciendo que los inversores cuestionen aún más la capacidad de los bancos centrales para proporcionar protección en la era de la alta inflación. Que la Fed se enfrente a un dilema similar y fracase sería el momento Lehman”, alertan estos analistas.

“Incluso el repunte de alivio tras la intervención del BoE fue decepcionante en comparación con otros rescates de bancos centrales posteriores a la gran crisis.

El S&P 500 alcanzó nuevos mínimos históricos varias veces en esa misma semana, al igual que el FTSE 100 local. Para nosotros, esto es una señal de que la credibilidad de los bancos centrales ya se ha visto mermada, y refuerza nuestra opinión de que el mayor riesgo para los mercados es una dinámica prueba-error del ‘put’ de la Fed”, añade el equipo de BofA.

El brete parece ampliarse porque el BoE no está siendo con sus compras todo lo ambicioso que querían los mercados. “Si la estabilidad financiera está sin duda presente en la conciencia de los bancos centrales, es dudoso que vean las implicaciones políticas.

La negativa del BoE a comprar gilts (bonos soberanos británicos) a largo plazo por segundo día consecutivo confirma claramente que considera su operación como un respaldo temporal, y no algo que deba diluir su postura de política monetaria”, sintetiza Antoine Bouvet y su equipo de ING.

Lo cierto es que tras dos días en los que el BoE ‘ha pasado’ de las ofertas en la subasta de bonos, el rendimiento de los gilts a 10 y 30 años está volviendo a los niveles que tenían antes de que Downing Street concretase su plan fiscal.

Aunque no se han vuelto a registrar los alocados yields que se llegaron a ver antes de intervenir el banco central -el de 30 años llegó hasta el 5,11% un nivel que no se tocaba desde 1998-, ese mismo rendimiento ya ha subido casi 40 puntos básicos esta semana.

También preocupa el ‘acantilado’ que llegará el próximo 31 de octubre, cuando concluyan esas compras temporales.

Olivier de Berranger (La Financière de l’Echiquier): “Ya nada funciona entre los bancos centrales y el mercado”

“Creemos que sería un error consolarse con unos mercados que todavía (apenas) funcionan y que los bancos centrales deberían prestar más atención a la estabilidad financiera. Los programas de reducción de los balances están aumentando la inestabilidad financiera y, en última instancia, podrían hacer más difícil, y no más fácil, su lucha contra la inflación si se ven obligados a elegir entre rescatar a las instituciones financieras y enfriar la economía”, concluye Bouvet.

“La disyuntiva entre la lucha contra la inflación y el mantenimiento de la estabilidad financiera es una complicación a la que los bancos centrales no se han enfrentado en los 35 años transcurridos desde que se inventó la opción ‘put’ de los bancos centrales”, coinciden desde BofA, remitiéndose a 1987, año en el que, señalan, el presidente de la Fed de entonces, Alan Greenspan, ‘inventó’ ese mecanismo tras el pánico bursátil de ese año.

Este pulso no tan soterrado entre mercados y bancos centrales es cada vez más acuciante. Olivier de Berranger, director de inversiones de La Financière de l’Echiquier, ya habla directamente de “guerra”.

“Ya nada funciona entre los bancos centrales y el mercado. El principal atacante es, evidentemente, la Fed, que prosigue inexorablemente su política de subida de tipos (y, por tanto, del dólar) con el fin de ralentizar la economía y rebajar la inflación. Lo conseguirá: la inflación está ciertamente en máximos, pero algunas señales incipientes apuntan a una ralentización, sobre todo en el mercado inmobiliario estadounidense. No obstante, los ahorradores y las empresas sufren y van a tener problemas para refinanciarse”, sentencia.

 

FUENTE: REUTERS

 

NOTICIAS DE TU INTERÉS

¿Es posible que el BCE quiebre? Aquí te lo explicamos

No todo es Tesla o Nvidia: Wood se da un ‘atracón’ de acciones pequeñas

 

JustMarkets

INFORMACIÓN SOBRE EL BROKERS Descripción: Ofrece más de 170 instrumentos...

Bitget

INFORMACION SOBRE EL BROKER Descripción: Desde 2018, han construido un...

0 Comentarios
Inline Feedbacks
View all comments