Armenia tiene la divisa más fuerte del mundo este año

Monedas y billetes del dram armenio.
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El éxodo ruso provocado por la invasión de Ucrania por Vladímir Putin ha situado este año a las divisas de las antiguas repúblicas soviéticas en lo más alto de los rankings mundiales.

Georgia y Armenia, en las montañas del Cáucaso, así como Tayikistán, en Asia Central, figuran entre los países que mejor se han comportado frente al dólar estadounidense después de que decenas de miles de ciudadanos rusos se establecieran allí desde febrero, llevando consigo el equivalente en euros o dólares a miles de millone

Esto ha hecho que el dram armenio haya subido más de un 22% frente al dólar desde principios de año, la divisa que más ha subido en todo el mundo, según datos recopilados por Bloomberg. El lari georgiano y el somoni tayiko se han fortalecido más de un 16% y un 10%, respectivamente, superando las ganancias del rublo ruso, que ya no se negocia libremente desde que los controles de capital de emergencia pusieron un suelo a su desplome.

“Varios países han registrado una gran afluencia en relación con el tamaño de su población, entre ellos Armenia, Georgia y Kazajistán. En algunas economías más pequeñas de la antigua URSS, las transferencias de capital que acompañaron la llegada de inmigrantes rusos se han traducido en un aumento de las reservas de divisas. Las cuentas corrientes también se han fortalecido, probablemente gracias a la entrada de remesas”, explica Tatiana Orlova, analista de Oxford Economics.

Estos pequeños países resultan muy atractivos porque no necesitan visado, hablan ruso y no hay restricciones para transferir los ahorros a los bancos locales.

“Aparte de la proximidad física, el acceso sin visado y, en el caso de los países de la antigua URSS, el uso generalizado de la lengua rusa fueron factores que determinaron la dirección de la huida”, señala Orlova. “Son los rusos, que se trasladan a estos países durante mucho tiempo por cuestiones geopolíticas, los que guardan su dinero en esas divisas y hacen subir el tipo de cambio”, confirma Natalia Milchakova, de Freedom Holding.

Orlova ofrece algo más de contexto. Cuando comenzó la guerra de Ucrania, cientos de miles de rusos abandonaron su patria por miedo a ser reclutados por el ejército o a que se cerraran las fronteras. Junto con los vecinos de la antigua URSS, Turquía, Finlandia y Emiratos Árabes Unidos registraron un gran número de llegadas de rusos. Pero al no anunciarse ninguna movilización durante los primeros meses de la guerra, algunos de los que se marcharon en febrero y marzo regresaron a Rusia con sus familias y negocios. El anuncio de la movilización “parcial” de 300.000 reclutas el 21 de septiembre provocó una oleada masiva de emigración por pánico de rusos, en su mayoría varones y altamente cualificados.

“Los vecinos de Rusia en la UE (los países bálticos y Finlandia) no estaban dispuestos a admitir a un gran número de inmigrantes rusos y cerraron rápidamente sus fronteras. Los rusos huyeron sobre todo a Turquía, Armenia, Georgia, Azerbaiyán y Kazajistán. Incluso Mongolia informó de una afluencia de 16.000 rusos. En contra de la tendencia regional general, Bielorrusia probablemente no atrajo flujos migratorios, ya que los posibles reclutas no se sentirían seguros allí después de que el país sirviera de trampolín para la invasión de Ucrania en febrero”, detalla la experta de Oxford Economics.

La guerra explica que las remesas que entran en Georgia desde Rusia se hayan quintuplicado en lo que va de año, lo que equivale a más del 60% de todas las transferencias y supera los 1.750 millones de dólares, según el Banco Nacional de Georgia. Las transferencias de dinero a Armenia ascendieron a 2.800 millones de dólares en los diez primeros meses, casi el cuádruple que en el mismo periodo de 2021. En octubre, alcanzaron el nivel más alto desde al menos 2004, según el banco central armenio.

Al mismo tiempo, el impacto monetario de las oleadas del éxodo ruso es mayor en las antiguas repúblicas soviéticas más pequeñas. Kazajistán, cuya población de 19 millones de habitantes es aproximadamente seis veces la de Armenia y Georgia, también ha recibido flujos rusos, pero el tenge va camino de terminar el año con una pérdida del 7,5% frente al dólar.

No es fácil precisar el volumen recibido, pero hay cálculos estimativos.

“Según las autoridades rusas, solo en septiembre se retiraron 500.000 millones de rublos de cuentas bancarias en Rusia, lo que equivale aproximadamente a 8.000 millones de dólares. Dada la estimación del número de personas que partieron hacia Kazajstán, Armenia y Georgia, y el límite de 10.000 dólares en efectivo físico que puede sacarse legalmente de Rusia, calculamos que los llegados a esos tres países podrían haber traído consigo hasta 3.000 millones de dólares en efectivo”, señalan desde Oxford.

Sin embargo, matizan, cantidades mucho mayores deben haber sido transferidas legalmente desde las cuentas en bancos rusos. Estos países no se han sumado a las sanciones contra Rusia y la recepción de fondos procedentes de Rusia en cuentas de bancos locales está permitida, sin hacer preguntas. Estas operaciones se han disparado desde el comienzo de la guerra y recibieron un nuevo impulso tras el anuncio de movilización de septiembre. En Kazajistán, la cantidad de fondos en depósitos bancarios de ciudadanos rusos se ha más que cuadruplicado hasta alcanzar los 1.400 millones de dólares este año.

Las ganancias económicas no se daban por descontadas al comienzo de la guerra, y se esperaba que los vecinos de Rusia sufrieran al ver cómo su mayor socio comercial se doblegaba ante las sanciones internacionales. En realidad, las enormes entradas de capital han aumentado sus reservas de divisas y mejorado su balanza por cuenta corriente.

La primera consecuencia de la mejora de la balanza de pagos es la resistencia de las monedas regionales a la fortaleza del dólar estadounidense. Tras una reacción instintiva a la invasión rusa en febrero, la mayoría de las monedas regionales recuperaron rápidamente terreno frente al dólar estadounidense. Esta tendencia regional contrasta fuertemente con el comportamiento de otras divisas emergentes.

La afluencia de remesas rusas también está ayudando a los vecinos de Rusia a capear la crisis energética mundial, afirma Orlova. Dado que algunos de estos países son exportadores de hidrocarburos (Kazajistán y Azerbaiyán), sus balanzas por cuenta corriente se han fortalecido gracias a los elevados precios mundiales de las materias primas. Pero a países como Georgia y Armenia, que dependen de las importaciones para satisfacer su demanda energética, parece haberles ido inusualmente bien durante la crisis, con las remesas rusas como factor de apoyo. Las cuentas corrientes han mejorado en todos los países de nuestra muestra en el segundo trimestre, a pesar de que algunos de ellos son importadores de energía.

Efectos a corto y largo plazo

Del mismo modo, la combinación de unas cuentas corrientes más sólidas y una afluencia de capital fresco ha permitido a los países anfitriones aumentar sus reservas de divisas, lo que incrementa su resistencia a las perturbaciones externas. La economía armenia creció dos dígitos en el segundo y tercer trimestre del año, y la de Georgia casi un 10% en los tres primeros meses de septiembre. En Tayikistán, las transferencias de dinero aumentaron al menos un 50% en el primer semestre del año, según Natalia Lavrova, de BCS Financial Group, citando datos de la balanza de pagos. La economía de este país sin salida al mar va camino de crecer un 7% este año, frente al 4-5% previsto anteriormente.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó la previsión de crecimiento económico de Georgia para todo el año al 10%, señalando “un aumento de la inmigración y de las entradas financieras provocado por la guerra”.

Por su parte, el Banco Central de Armenia elevó su previsión de crecimiento del PIB del 4,9% al 13% debido a la afluencia de rusos, según informaron los medios locales citando al Gobernador Martin Galstyan. “El fuerte aumento de las remesas explica sin duda un crecimiento tan rápido”, declara Lavrova, del BCS. Tanto en Armenia como en Georgia, las transferencias de dinero se tradujeron en un aumento de la demanda de consumo y de la construcción de viviendas.

Orlova pondera que, a corto plazo, las nuevas llegadas de ciudadanos rusos a estos países aumentan la demanda de bienes y servicios, aunque pueden avivar la inflación y el riesgo de tensiones sociales. A largo plazo, no obstante, considera que la afluencia de capital humano de alta calidad podría impulsar el crecimiento si estos rusos formados y cualificados deciden quedarse.

“Si los países de acogida manejan bien las cosas, podrían acabar teniendo más empresas que empleen a más trabajadores y generen mayores ingresos fiscales”, plantea.

No todo es de color de rosa y las suspicacias de la población local no se pueden obviar.

“La llegada de un número relativamente elevado de inmigrantes rusos puede provocar tensiones en los países de acogida. Georgia, que perdió en una breve guerra con Rusia en 2008, es quizá el mejor ejemplo: Aunque algunos sectores de la economía están recibiendo un impulso de la afluencia rusa, los georgianos siguen desconfiando. Además, los recién llegados han hecho subir los alquileres y los precios de la propiedad en todo el Cáucaso”, concluye Orlova.

FUENTE: ECONOMISTA

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