Un poco de contexto.
El vigoroso endurecimiento de las políticas monetarias emprendido por los bancos centrales desde finales de 2021 ante la elevada inflación que ha dejado la pandemia ha tenido un resultado claro. Esa ha sido la tónica de todo el 2022, el peor año para los bonos desde hace décadas. Se puede decir que los bonos han comenzado a bajar de ‘la montaña mágica’ (con permiso de la homónima novela de Thomas Mann, desarrollada en Los Alpes) a la que han escalado en los últimos años con unos bancos centrales tan ‘generosos’.
El mejor ejemplo.
Uno de los casos más representativos se ha visto en el simbólico bono a 100 años de Austria. El país alpino emitió este bono en 2017 en un contexto de tipos de interés en mínimos y unos bancos centrales más que dovish. En 2020, con el BCE aún echando más estímulos por la pandemia, Austria hizo otra emisión a 100 años. Analizando la evolución del bono emitido en 2017, se puede apreciar cómo su precio subió con fuerza hasta finales de 2020 y cómo en 2022 se ha hundido sin remedio, perdiendo más de un 70%. Por el lado de los rendimientos, la nota arrancó con un 2% y llegó a perforar el 0,5% en 2020 para situarse ahora por encima del 3%.
FUENTE: ELECONOMISTA.ES
