El Acuerdo de Viernes Santo navega en las aguas turbias del Brexit

El Camino de Lanark celebra el Acuerdo de Viernes Santo en Belfast Oeste, el miércoles 5 de abril de 2023
El Camino de Lanark celebra el Acuerdo de Viernes Santo en Belfast Oeste, el miércoles 5 de abril de 2023
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25 años después del final del conflicto de Irlanda del Norte, sellado por el Acuerdo de Viernes Santo, este parece más frágil que nunca.

Como consecuencia indirecta del Brexit, la cuestión de la frontera aduanera entre Irlanda, que permaneció en la Unión Europea, e Irlanda del Norte, que la abandonó al bloque con el resto del Reino Unido, está alterando el equilibrio institucional de la provincia, que lleva casi un año sin Gobierno.

El Protocolo de Irlanda del Norte, el Acuerdo Marco de Windsor, la denominada como ‘guerra de salchichas’. Son los hechos que han vuelto noticia a Irlanda del Norte desde la votación del Brexit en 2016.

Aunque en “relativa paz” desde la firma del Acuerdo de Viernes Santo en 1998, el pasado 28 de marzo, los servicios británicos elevaron a “grave” el nivel de alerta terrorista. Y la tensión es máxima en la provincia, que lleva casi un año sin Gobierno.

El lunes 10 de abril, vehículos policiales fueron atacados con bombas incendiarias durante una manifestación ilegal de republicanos en Londonderry (la segunda ciudad más grande de Irlanda del Norte), en vísperas de la llegada del primer ministro británico, Rishi Sunak, y del presidente estadounidense, Joe Biden. Ambos mandatarios pasarán varios días conmemorando el final del sangriento conflicto, que cobró la vida de más de 3.500 personas entre 1968 y 1998.

 

Detrás de estas tensiones se esconde una consecuencia indirecta del Brexit, que “ha reavivado las tensiones que existían en Irlanda del Norte desde la firma del acuerdo”, explica el profesor universitario Aurélien Antoine, director del Observatorio del Brexit.

“El equilibrio de 1998 siempre fue frágil”, prosigue el investigador, “pero el Brexit actuó como un acelerador, profundizando las dificultades preexistentes en Irlanda del Norte”.

Para garantizar la paz obtenida gracias al desarme de los paramilitares norirlandeses y la retirada de las tropas británicas, el Acuerdo de Viernes Santo —ratificado por Londres y Dublín bajo la égida de Washington— estipula que Irlanda del Norte pertenece al Reino Unido, pero que ninguna frontera física debe separarla de Irlanda. También establece un gobierno bipartidista elegido por representación proporcional, encargado de garantizar un vínculo entre las comunidades protestante y católica.

Pero el Brexit y la adopción del Protocolo de Irlanda del Norte en 2019 por el Gobierno de Boris Johnson han alterado este frágil equilibrio.

Un compromiso rechazado por los unionistas

Para evitar cualquier barrera aduanera en territorio irlandés, el protocolo estipula que las mercancías británicas deben cumplir las normas europeas en cuanto llegan a Irlanda del Norte. Este control inicial les permite circular libremente por Irlanda y la Unión Europea.

El acuerdo vincula de hecho la provincia al mercado único europeo, creando una frontera invisible en el mar entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido. Una solución que el Partido Democrático Unionista (DUP) considera intolerable.

De hecho, estos representantes electos perciben esta frontera aduanera como un peligroso distanciamiento del Reino Unido. Ferozmente opuestos al protocolo, bloquean el funcionamiento de las instituciones políticas locales, negándose a formar un gobierno con los republicanos del Sinn Fein, mientras no se retire el protocolo.

En un intento de desactivar la crisis, las autoridades británicas y la Unión Europea llegaron en febrero de 2023 a un nuevo acuerdo: el Marco de Windsor.

 

De ser aceptado por el DUP, permitiría una relajación de los controles sobre las mercancías, que sólo se aplicaría a los productos destinados al mercado irlandés, no a los que se quedaran en Irlanda del Norte. El Parlamento norirlandés también tendría derecho de veto sobre las normas de la UE que se aplicaran en Irlanda del Norte.

¿Qué futuro para Irlanda del Norte?

Pero no es seguro que esta nueva propuesta baste para convencer al DUP, asegura Fabrice Mourlon, profesor de la Sorbonne-Nouvelle. Porque el Brexit ha despertado una cuestión más amplia y compleja: la del futuro de la propia Irlanda del Norte.

“Más allá de la cuestión del control de las mercancías, el bloqueo de los unionistas se explica por su temor a que el Brexit conduzca a la reunificación de Irlanda”, subraya el especialista.

“Desde que se puso en marcha el Protocolo, el comercio entre Irlanda e Irlanda del Norte ha aumentado, en detrimento del comercio entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña. Por ello, los unionistas ven en el Protocolo una amenaza para su posición en el Reino Unido y temen que su provincia se aleje”, agrega.

El partido perdió su posición dominante por primera vez en las elecciones generales de 2022 en favor de los republicanos del Sinn Fein. Otro hecho destacable es que un partido aconfesional, la Alianza de Irlanda del Norte, ha ascendido al tercer puesto.

Esto es señal, para Antoine, de que Irlanda del Norte ha cambiado y de que es hora de revisar el equilibrio establecido por el Acuerdo de Viernes Santo para ajustarlo a la evolución de la sociedad.

“Tiene que haber un gran debate en Irlanda del Norte para cambiar el Acuerdo de Viernes Santo”, afirma.

“El DUP se ve favorecido por el equilibrio institucional del acuerdo, mientras que la población parece cada vez más preocupada por la economía, y menos centrada en cuestiones identitarias y religiosas. Hay que cuestionar el equilibrio institucional de poder, así como la partición y el futuro de Irlanda del Norte. Pero esto no puede hacerse sin un trabajo fundamental, llevado a cabo con Irlanda y Londres, y aún estamos muy lejos de ello”, añade.

El domingo, sin embargo, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, dijo que Dublín, Londres y Belfast estaban trabajando para que las instituciones de Gobierno de Irlanda del Norte “se pongan en marcha en los próximos meses”.

Mientras tanto, la situación perjudica a la población, que vive la misma crisis económica que el resto del Reino Unido. Sin un gobierno, no se puede adoptar ninguna política pública que les ayude a hacer frente a sus dificultades, y la trama parece estar lejos de resolverse.

FUENTE: FRANCE 24

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