El Banco de Inglaterra cumplió las expectativas que había avanzado su propio gobernador, Andrew Bailey, días atrás y elevó los tipos de interés en 50 puntos básicos, hasta el 1,75%. Con este incremento, el mayor desde 1995, las tasas regresan a niveles de 2008. La mayor contundencia mostrada por la institución busca poner freno al alza de la inflación, aun a costa de la contracción económica que prevé.
Hasta hoy, Bailey había elevado tasas en cinco ocasiones, la última el pasado junio. Y siempre en la cuantía de 25 puntos básicos, con lo que la subida de ayer de medio punto supone una aceleración en el endurecimiento monetario del banco central británico para devolver la inflación al objetivo del 2% y se hace eco de las dos intensas subidas, de 75 puntos básicos, acordadas por la Fed. Los precios subieron en junio el 9,4% récord de los últimos 40 años.
La subida de tipos contó con el visto bueno de ocho de los nueve miembros del comité de política monetaria de la institución a pesar de que el Banco de Inglaterra ya ha advertido que la economía británica puede entrar en recesión en el cuarto trimestre y prolongar su contracción en el año próximo, lo que la convertiría en la mayor desde la crisis financiera de 2009. De hecho, el Banco de Inglaterra ha rebajado su estimación del PIB de Reino Unido, que crecerá este año el 3,5 %, por debajo del 3,75 % pronosticado meses atrás, y ha recortado sus previsiones también para 2023 y 2024. Estima una caída del PIB del 1,5% en 2023 y del 0,25% en 2024.
La recesión está a las puertas de la economía británica; la contracción comenzará ya en el cuarto trimestre de este año. El gobernador del banco, Andrew Bailey, reconoció en rueda de prensa que los riesgos actuales son “excepcionales”.
El banco central también revisó al alza su previsión de inflación, motivo principal para acelerar el endurecimiento monetario. La economía británica afronta un shock de precios “muy importante”, advirtió Bailey. Según sus proyecciones la subida de precios podría alcanzar en el 13,3% en octubre, la más alta desde 1980 debido al aumento de los precios de la energía tras la guerra de Ucrania. La institución prevé que la inflación continúe siendo elevada en 2023 y que no se relaje hasta acercarse al objetivo del 2% hasta el año siguiente. Así, espera que se sitúe en el 2% en el tercer trimestre de 2024 y en el 0,76% en el tercer trimestre de 2025. “La fuente de estos riesgos y el impulsor de estas revisiones sobre nuestro pronóstico desde mayo son, de manera abrumadora, los precios energéticos y las consecuencias de las acciones de Rusia”, señaló el gobernador de la entidad
Además de los tipos, el comité aportó nuevos detalles sobre la estrategia de venta de deuda. El Banco de Inglaterra da un paso más en la reducción del balance y según lo señalado en el comunicado a partir de septiembre comenzará a vender sus activos. El objetivo inicial pasa por desprenderse de 80.000 millones de libras (unos 94.975,5 millones de euros) en los primeros 12 meses. Dado que durante este periodo vencerán algunos de los títulos de la cartera, las ventas se limitarán a los 10.000 millones de libras (11.870 millones de euros) por trimestre.
La reacción de los inversores no se hizo esperar. La libra, que a lo largo de la jornada venía registrando ganancias en su cruce frente al dólar, se dio la vuelta. Al cierre de los mercados europeos la divisa británica caía más de un 0,3%, hasta los 1,21 dólares. Aunque la subida de tipos debería servir de fortaleza, las alertas de recesión le restó brillo. La deuda a 10 años actuó como valor refugio. Los inversores aprovechan la debilidad de la economía para comprar bonos y esto se tradujo en una caída de las rentabilidades. Los rendimientos de los títulos con vencimiento en 2032 bajaron cuatro puntos básicos, hasta el 1,87% mientras la deuda a dos años cae al 1,83%. En niveles intradía los bonos a dos años llegaron a pagar más que la deuda a largo plazo, una señal inequívoca de inversión de la curva de deuda, algo que no sucede desde 2009.
FUENTE: CINCODIAS.COM
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