La farmacología se ha nutrido de las propiedades de las plantas desde tiempos inmemoriales, pero también hay animales que producen sustancias que pueden resultar de interés para la medicina y, curiosamente, algunas de estas sustancias son tóxicas: como dijo Paracelso, “solo la dosis hace el veneno”.
Este el caso de cierto cono marino dotado de un dardo venenoso capaz de fulminar a la desdichada presa que se tope con él. Un equipo de investigadores ha estudiado el veneno de este molusco y ha descubierto que contiene una forma de insulina con propiedades sorprendentes que podrían llevar al desarrollo de un nuevo fármaco.
La insulina es la hormona encargada de transportar la glucosa de la sangre al interior de las células para producir energía. La falta de insulina produce diabetes, una enfermedad grave en la que los niveles de glucosa en sangre son muy elevados. Por eso, millones de personas diabéticas en todo el mundo tienen que pincharse insulina a diario.
Al principio, la insulina que se utilizaba procedía de animales como el cerdo, pero ésta tiene algunas diferencias con la insulina humana que hacían que muchos pacientes desarrollasen alergias. Todo cambió cuando por fin, en 1978, apareció la insulina transgénica: los científicos consiguieron obtener insulina humana insertando el gen que la sintetiza en bacterias E. coli.
¿Significa eso que ya está todo hecho en este campo de investigación? ¡En absoluto! La ciencia no ha dejado de explorar nuevas formas de hacerle la vida más fácil a los pacientes -bombas de insulina, plumas portátiles- o abaratar los costes de producción. El ejemplo más llamativo de esto último se produjo en 2007, cuando se logró modificar vacas genéticamente para que produzcan leche con insulina humana.
Fuente: Canal digital finance.yahoo
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