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El Gobierno español reclama a Bruselas y Alemania que presionen a Macron para que retire su negativa a otro gasoducto por los Pirineos
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Enagás y su homóloga italiana Snam ultiman el estudio sobre la viabilidad técnica de llevar gas por un tubo submarino de 800 km de Barcelona a Livorno
Europa se ha embarcado en una carrera para acabar con su dependencia de los hidrocarburos de Rusia. El continente tiembla ante la posibilidad de graves problemas de suministro si el Kremlin decide cortar el grifo del gas, y se ha empezado a dibujar un nuevo mapa energético que incluye potenciar las interconexiones entre países miembros y en el que España tener un papel protagonista.
La Comisión Europea y Alemania, uno de los países que más depende del gas ruso, han mostrado su respaldo a construir un nuevo gasoducto entre España y Francia para poder transportar gas que acabaría en el centro y el norte de Europa. En la práctica, supone resucitar el antiguo proyecto del MidCat, que se zanjó hace tres años por considerarse demasiado caro para las necesidades de reexportación de gas desde España que había entonces. Pero el escenario geopolítico y económico ahora es muy diferente por el pulso de Vladimir Putin.
Pero el proyecto se está topando con las reticencias de Francia. Aunque no hay una respuesta oficial formal, el Gobierno de Emmanuel Macron no ve prioritario el proyecto como solución a la crisis actual y advierte de su coste económico y medioambiental (al tiempo que no encaja por la apuesta estratégica gala de potenciar la nuclear como gran industria nacional).
El Gobierno español reclama la implicación directa de Alemania y de Bruselas para presionar a París y desencallar el proyecto, pero ante la posibilidad de que Francia no cambie de postura, el presidente Pedro Sánchez y varios de sus ministros han dado alas a un plan alternativo. “Si no sale adelante el plan A, habrá que buscar el plan B”, advirtió Sánchez esta semana. Y el plan B pasa por construir un gasoducto submarino entre España y el norte de Italia, y desde allí suministrarlo al resto de Europa.
Lo cierto que el proyecto de unir por gasoducto las plantas gasistas de Barcelona y de Livorno ya figuraba como una de las alternativas en el RePowerEU, la estrategia impulsada por la Comisión Europea para blindarse frente a la amenaza de corte de suministro de Rusia, y también en el nuevo plan estratégico de Enagás, que el gestor del sistema gasista español y de la red de gasoductos presentó hace poco más de un mes. Aunque el Gobierno español prefiere dar prioridad al tubo por Francia, por ser la opción más sencilla y más barata, la apuesta por unir España e Italia va tomando forma.
Enagás y su homóloga italiana Snam ultiman el estudio de viabilidad técnica del proyecto, cuyos trabajos iniciaron el pasado mayo. A falta de conocerse los detalles definitivos del informe, las estimaciones iniciales contemplan inversiones conjuntas por unos 3.000 millones de euros para construir un tubo submarino de cerca de 800 kilómetros, que podría estar operativo en 2028 y que pasaría a utilizarse para transportar hidrógeno verde en 2039. El tubo tendría una capacidad para transportar 10.000 millones de metros cúbicos de gas (10 bcm) al año, con posibilidad de elevarlo hasta 15.000, con lo que España duplicaría o incluso triplicaría su capacidad de exportación actual por tubo.
¿TRES NUEVOS GASODUCTOS?
El nuevo plan estratégico de Enagás hasta 2030 contempla no sólo la construcción del gasoducto con Italia -si consigue el aval y el apoyo económico de la UE-, también se incluye la interconexión con Francia en duda por las reticencias del Gobierno galo y otra con Portugal. Los grandes proyectos de interconexión propuestos por Enagás se enmarcan en el programa RePowerEU impulsado por Bruselas para reducir progresivamente, hasta eliminar por completo, la dependencia europea del gas ruso.
Se trata de una tercera interconexión con Francia, retomando el antiguo proyecto de MidCat, con inversiones que asumiría la compañía de 370 millones; una tercera conexión con Portugal, con 90 millones de inversión prevista; y la construcción de un nuevo gasoducto submarino con Italia por 1.500 millones, la mitad de la inversión total necesaria.
Los tres nuevos proyectos de interconexiones para España contemplados por Enagás, que concentran en total inversiones de 1.980 millones sin incluir subvenciones o posible financiación sin recurso), están en fase de estudio y de análisis y aún deben ser aprobados por la Unión Europea, previsiblemente en 2024 o 2025. “Estoy convencido de que estas infraestructuras se van a hacer. Europa las necesita”, sentenció Gonzalo Aizpiri, consejero delegado de Enagás, el pasado julio.
La opción francesa, según se destaca desde el Gobierno, es más barata, más sencilla técnicamente al no ser submarina, y también más rápida de activar. La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, insiste en que la parte española del MidCat (apenas quedan 200 kilómetros para llevar el tubo desde Hostalric, en Girona, hasta la frontera francesa) podría terminarse en ocho o nueve meses y que la infraestructura estuviera activa de cara al inverno 2023-2024.
MÁS EXPORTACIÓN
Según las cifras del Ministerio para la Transición Ecológica, España ya está reexportando el 20% de todo el gas que llega al país, ya sea mediante los gasoductos con Francia, utilizando buques metaneros o también en forma de electricidad (ya que la energía eléctrica que se está enviando a Francia para paliar sus problemas por el parón de sus nucleares se está produciendo en España utilizando centrales de gas).
España tiene capacidad para elevar aún más la reexportación de gas a Europa en caso de ser necesario. Según los datos que maneja Enagás, el sistema gasista español puede exportar al continente 7 millones de metros cúbicos de gas (7 bcm) al año a través de los dos gasoductos con Francia y actualmente también tiene capacidad para mandar otros 4 bcm por barco desde las plantas de regasificación.
Pero si se ponen las regasificadoras a máximo rendimiento, se pueden sumar casi otros 10 bcm adicionales y elevar la cantidad redigirida a otros países europeos hasta los 20 bcm cada año (aproximadamente un 13% del volumen de gas que compra Europa a Rusia). Además, en los próximos meses se activará la planta asturiana de El Musel, hasta ahora inactiva, para utilizarla como almacén logístico de reexportación, lo que podría elevar en otros 8 bcm la capacidad española de envío de gas a Europa.
Fuente Canal digital: elperiodico
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