- Los bancos centrales seguirán condicionando la evolución de la bolsa y la rentabilidad de los bonos
- La guerra de Ucrania marcará el futuro de los precios de las materias primas
- China tiene la llave del crecimiento mundial
Los inversores tienen muchas fechas que apuntar en el calendario de 2023. Obviamente, las citas políticas están señaladas, como son las elecciones de Turquía, Argentina y España, pero serán los bancos centrales los que marquen el ritmo de lo que va a ser el próximo ejercicio.
A medida que se vayan publicando los datos de inflación, se podrán ir anticipando los movimientos de los grandes bancos centrales, que serán los que pongan precio al dinero durante este curso con el objetivo de enfriar la economía lo suficiente como para controlar las subidas de precios.
Los analistas esperan que el BCE suba los tipos 150 puntos básicos por encima del nivel actual (2,5%) mientras que la Reserva Federal sí que se encontraría mucho más cerca de tocar techo, y solo se esperarían dos subidas de 25 puntos básicos cada una antes de frenar la política monetaria restrictiva.
Más allá de la política monetaria, habrá que estar atento a los respectivos datos de PIB, de los que dependerá que se certifique, o no, la caída en una recesión y la naturaleza de la misma. Otros datos como las encuestas PMI, los números del sector inmobiliario y las encuestas de confianza también marcarán la temperatura de la economía en cada momento del año.
“En este complicado entorno, nuestro escenario base es un crecimiento económico de en torno al 2,4-2,5% tanto en Europa como en EEUU, con una inflación tocando máximos en verano y acabando el año todavía en niveles elevados”, explican desde Norbolsa. “Estimamos un mantenimiento durante más tiempo de precios de la energía elevados por la tensión oferta-demanda y consideramos que China no alcanzará su objetivo de PIB del 5,5% en 2022″, agregan.
En las citas políticas, destaca el inicio de la campaña electoral de cara a las elecciones de Estados Unidos de 2024. Los candidatos presentarán sus propuestas económicas y la política comercial y arancelaria volverá a ser tema de debate, además de la fiscalidad y los presupuestos para infraestructuras. Sí que habrá elecciones en España a final de año, mientras que Turquía y Argentina serán las dos grandes citas internacionales donde las empresas españolas tienen intereses.
La omnipresente guerra de Ucrania seguirá condicionando la actualidad en el año que viene y, hasta su resolución, los precios de las materias primas seguirán volátiles en consecuencia. Mientras Rusia mira hacia India y China para vender todos aquellos recursos que no puede vender a los países del G7 -a consecuencia de las sanciones- los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus socios -como Rusia- (OPEP+) seguirán controlando el precio del petróleo, como ya han manifestado en repetidas ocasiones varios miembros del cártel.
La próxima reunión prevista por la OPEP está fijada el 4 de junio, aunque no se puede descartar que fijen antes otras reuniones de urgencia para alterar el ritmo de producción de petróleo si, por ejemplo, la demanda china no crece al ritmo deseado por el cártel.
Y desde un punto de vista geopolítico la reunión del G7 el 19 de mayo también adquirirá una notable relevancia si se plantean nuevas sanciones o restricciones al comercio con el objetivo de detener el conflicto en Ucrania. Al igual que la próxima cumbre de la OTAN en julio que puede forzar a los países miembro a elevar el gasto militar.
En el plano microeconómico, la recesión será calibrada tanto en cuanto cale en los resultados corporativos. En este sentido, sí es cierto que después de un año que finalmente va a ser positivo, se espera que los beneficios caigan durante 2023 a causa precisamente de esa inflación de precios. Una condición que también apretará los márgenes de las compañías durante los próximos doce meses.
FUENTE: EL ECONOMISTA