- Los países buscarían fortalecer su moneda para controlar la inflación
- Lo habitual era intentar debilitarla para abaratar las exportaciones
Son tiempos convulsos en los que las principales potencias buscan la forma de salir del actual escenario inflacionario. Una de esas prácticas consiste en hacer caer su moneda para abaratar las exportaciones e impulsar la demanda externa, al tiempo que se estimula el consumo interno frente al incremento del precio de las importaciones. Esto se conoce como una guerra de divisas y varios países han sido acusados de recurrir a ella en las últimas décadas. Menos habitual es el fenómeno que parece estar gestándose ahora mismo: la guerra de divisas inversa.
Con este fenómeno, los gobiernos buscarían fortalecer su moneda para abaratar las importaciones, todo ello con la vista puesta en controlar la inflación. La subida de tipos por parte de la Reserva Federal de EEUU (Fed) habría tenido este efecto al aumentar la robustez del dólar cerca de un 7%, aunque desde el organismo aseguran que su objetivo no es ese, sino frenar la demanda para luchar contra la actual escalada de precios. Según Jerome Powell, presidente de la Fed, ha sido su compromiso con la estabilidad de precios lo que ha reforzado la confianza en esta divisa como reserva de valor.
Un banco central que sí que ha recurrido a esta práctica es el de Suiza. El Banco Central Suizo era conocido por intervenir para debilitar el franco frente al dólar y el euro, entre otras divisas, para no perjudicar el crecimiento y las exportaciones del país. Sin embargo, la entidad bancaria anunció en marzo el cambio en su postura, centrada ahora en permitir que el franco suizo se aprecie para mantener su valor frente al dólar.
Otros que podrían plantearse recurrir a esta práctica son el Banco Central Europeo (BCE), el de Reino Unido y el de Japón. En el caso del BCE, sería principalmente porque un euro “demasiado débil” iría en contra de su objetivo de estabilidad de precios, según señala Francois Villeroy de Galhau, funcionario de la institución. Por su parte, el Banco de Inglaterra consideraría apostar por incrementar el ritmo de fortalecimiento con el objetivo de apoyar a su divisa, la libra esterlina. En cuanto al Banco de Japón, la entidad indicó que está vigilando el yen, después de que la divisa haya bajado más de un 15% frente al dólar.
Es cierto que la robustez de una moneda puede influir en este fenómeno económico, pero cabe destacar que su eficacia es relativa y depende del impacto de las subidas de tipos en la inflación subyacente, lo que se conoce como tasa de transmisión. En el pasado, esta tasa ha conseguido mantenerse marginal pese a la fortaleza del dólar. Algo que podría no ocurrir ahora con la inflación en niveles tan elevados, sostiene Nathan Sheets, economista jefe de Citigroup. Es más, la tasa de transmisión podría incluso acercarse al punto porcentual, señala Sheet a The Washington Post.
De implantarse, la guerra de divisas inversa tendría como víctimas colaterales a numerosas empresas multinacionales, las cuales verían disminuir el valor de sus ingresos en el extranjero. Asimismo, se verían afectados los países dependientes de las exportaciones y las economías emergentes, donde podría llegar a producirse un “desajuste monetario”, con deuda en dólares que se paga en la moneda local depreciada.
Fuente: Marta González
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