En un momento en el que el mundo vive múltiples acontecimientos imprevistos y parece que las certezas del pasado se desvanecen, los estudios sobre resiliencia aconsejan centrarse en medidas sencillas y prácticas: aquellas en los ciudadanos pueden influir y que ayudan a mantener el optimismo. Y lo que funciona a nivel individual para superar crisis personales también puede aplicarse a un continente entero: Europa.
Y, desde luego, incertidumbre no falta. Europa está en medio de un conflicto comercial iniciado por Estados Unidos. La Unión Europea ha reaccionado con prudencia, y la situación podría evolucionar en cualquier dirección, dependiendo de cómo se desarrollen los acontecimientos. Al mismo tiempo, la UE está bajo presión para reformar sus medidas de defensa y ya ha empezado, o al menos anunciado, algunos pasos que pueden considerarse ambiciosos. El plan «Preparación 2030» prevé movilizar hasta 800.000 millones de euros en gasto militar. Alemania, el mayor país de la UE, ha flexibilizado su límite de endeudamiento para poder financiar inversiones en defensa e infraestructuras, y podría llegar a invertir un billón de euros en diez años. Esto equivale a más del 2% de su PIB anual.
Hasta ahora, los mercados financieros han reaccionado de forma positiva a estas medidas. A pesar de la incertidumbre, las bolsas europeas han superado a las estadounidenses. A finales de abril, las acciones europeas acumulaban ganancias de entre el 5% y el 10%, según el mercado, mientras que las estadounidenses registraban ligeras pérdidas. Además, el euro se ha revalorizado casi un 10% frente al dólar desde principios de año.
Esto refleja, por un lado, una menor confianza en los activos estadounidenses y, por otro, el impacto de las medidas adoptadas en Europa. Pero también pone sobre la mesa las oportunidades que podrían surgir en los próximos años para el continente.
Ahora bien, si Europa quiere atraer inversión para reforzar su defensa, el aumento del gasto público complementarlo con medidas que impulsen la oferta y estimulen el crecimiento económico. En este sentido, avanzar en la desregulación podría ser una buena opción. Un estudio del Fondo Monetario Internacional señala que, a pesar del mercado único, todavía existen muchas barreras al comercio dentro de la UE, especialmente en el sector servicios. Además, en una comparativa global de productividad e innovación, Europa sigue estando rezagada. Una mayor integración de los mercados financieros nacionales podría ayudar a mejorar esta situación. Ya hay planes para una unión bancaria y de los mercados, que están pendientes de implementarse.
Mientras tanto, EE.UU. atraviesa una mayor incertidumbre que la zona euro, lo que podría hacer que más inversores miren hacia Europa. Las tensiones arancelarias están generando incertidumbre, subidas de precios en las importaciones y problemas en las cadenas de suministro. Además, las políticas restrictivas en inmigración podrían frenar el crecimiento de la población activa y, por tanto, del propio país. A esto se suma cierta inquietud sobre la independencia de la Reserva Federal, aunque esta preocupación parece haberse suavizado por ahora.
En resumen, aunque no se espera un milagro económico, el contexto actual podría reactivar el potencial de Europa y volver a atraer el interés de los inversores. El Viejo Continente podría posicionarse como uno de los ganadores relativos en este nuevo escenario.
¡Es el momento de sacar partido de las oportunidades!
Atentamente, Stefan Rondorf
Fuente: Finect