La reforma fiscal de Trump se estrella en el Congreso y abre la cuenta atrás a la suspensión de pagos de EEUU

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  • Los republicanos tendrán que negociar con los demócratas
  • Tienen que aprobar algo antes de julio, para evitar un ‘default’ histórico
  • La «Gran, Bella Ley» de rebajas fiscales de Trump corre el riesgo de descarrilar a las primeras de cambio

La reforma fiscal de Trump se estrella en el Congreso y abre la cuenta atrás a la suspensión de pagos de EEUU

 

De vuelta a la casilla de salida. La «Gran, Bella Ley» con la que Donald Trump quería profundizar en las rebajas fiscales que ya aprobó en 2017 se ha derrumbado en el primer obstáculo. El Comité de Presupuestos del Congreso ha rechazado el proyecto diseñado por los republicanos, devolviendo el texto a la casilla de salida y aumentando el riesgo de una suspensión de pagos en EEUU. El país entra ahora en una senda incierta, en el que la solución más probable es una negociación bipartidista con los demócratas, justo lo que Trump quería evitar a toda costa.

Cinco diputados del ala más conservadora de los republicanos votaron que no al proyecto, que decayó por 21 votos en contra y 16 a favor. El motivo de su rechazo fue que la rebaja fiscal dispararía el déficit de EEUU, empeorando aún más el problema de deuda del país. Los cinco díscolos exigían rebajas de gasto radicales que compensaran los menores ingresos, pero la dirección del partido no quería asumir el coste político que supondría arrasar la ya débil red de ayuda a los más pobres.

El resultado es una derrota en toda regla para los republicanos, que deja el programa económico de Trump en el aire y dispara la incertidumbre. Es posible que los republicanos hagan un nuevo intento para sacar adelante algunas partes del texto de forma unilateral, pero lo más probable es que tengan que negociar con los demócratas para salvar lo que puedan antes de julio. Ese mes es la fecha clave, ya que el Tesoro de EEUU puede quedarse sin fondos para entonces, y tendrán que aprobar una nueva autorización para emitir deuda para entonces, si no quieren acabar en una suspensión de pagos histórica que sacudiría al mercado y dañaría la credibilidad fiscal de EEUU aún más.

Qué tenía el plan rechazado

El proyecto que ha naufragado hoy quería renovar y ampliar los recortes temporales aprobados por Trump en 2017, y que caducarían en 2025. En total, supondrían un recorte anual de impuestos por valor de 450.000 millones de dólares, 4,5 billones en una década, e incluían promesas electorales del presidente como eliminar el IRPF a las propinas y las pagas por horas extra. Para compensar parte de esos recortes, el plan incluía un recorte de 800.000 millones en gasto sanitario, restringiendo al máximo Medicaid, el plan de seguro médico estatal para personas con pocos ingresos.

Y, al estilo Liz Truss, la inmensa mayoría de esas bajadas se financiarían con un aumento drástico de la deuda, lo que ha hecho descarrilar el plan. Pero esta medida era mucho más importante de lo que parecía: el proyecto incluía un nuevo permiso para emitir deuda por 4 billones de dólares, prácticamente el equivalente a ese recorte impositivo. Pero esta medida no solo servía para financiar el recorte, sino que permitiría al Tesoro volver a financiarse en los mercados, algo que tiene prohibido en este momento, al haber caducado la anterior autorización del Congreso.

Si no se aprueba esta autorización antes del verano, el Gobierno de EEUU se quedará sin efectivo en sus reservas y deberá declarar la suspensión de pagos. Una catástrofe histórica que haría dispararse la rentabilidad del bono de EEUU, que ya ronda el 4,5% para el de 10 años, y empeoraría la ya delicada situación fiscal del país.

Así que al menos parte de esta ley debe aprobarse sí o sí, en cuestión de dos meses, Si la opción que escogen es negociar con los demócratas, es probable que se tengan que confirmar con menores bajadas o algunas subidas de impuestos alternativas para compensar. Y sobre la mesa estaría algún mecanismo con el que recordar que Trump no puede negarse a gastar los fondos ordenados por el Congreso, como ha intentado hacer desde su llegada al poder.

Trump ya se veía venir la derrota. Poco antes de la votación, el presidente publicó un mensaje en su red social Truth, en la que pedía a sus diputados que «dejaran de hacerse los importantes», «dejaran de hablar y aprobaran el texto». Pero la presión no ha sido suficiente para convencer a este grupo, que creía que el riesgo de aprobar unas bajadas de impuestos indiscriminadas sin recortes de gasto sería mucho mayor que el de no hacer nada.

Por lo pronto, esta votación acaba de un plumazo con los planes unilaterales del presidente, y reafirma el poder que en EEUU poseen cada uno de los diputados para influir en las leyes de forma casi individual. El control de Trump sobre su partido no es suficiente para aplicar el rodillo sobre todos y cada uno de sus diputados y senadores. Y se reafirma la inercia bipartidista de EEUU, que prácticamente obliga a que todas las leyes tengan el apoyo de al menos algunos congresistas de ambos partidos para salir adelante. El poder de Trump no ha logrado arrasar con todas las instituciones del país todavía.

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