Al yen le está pesando el vuelo casi en solitario de un (Banco de Japón) BoJ acomodaticio cuando el grueso de los bancos centrales del mundo ya se han subido al carro del endurecimiento ante una inflación de tiempos pretéritos. En especial, le duele la notoria divergencia con la Reserva Federal de EEUU, que lleva subiendo tipos desde primavera y que telegrafía más subidas, hablando sus funcionarios de unos tipos en el 4% durante un tiempo prolongado. Todo lo contrario a un banco central japonés que mantiene un tipo de interés negativo del 0,1% desde 2016 y que sigue comprando deuda pública sin límites para mantener en torno a cero el rendimiento del bono a 10 años. El reflejo es un yen en los 140 dólares, niveles no vistos desde 1998.
En momentos de turbulencias, incertidumbre y crisis, el yen se ha comportado tradicionalmente como activo refugio. Existe cierta controversia a la hora de buscar las razones que hacen (más bien hacían) del yen un activo fuerte en momentos de debilidad, pero la mayoría de los expertos coinciden en señalar que los inversores buscan refugio en la moneda japonesa por su largo historial de control de la inflación y porque los propios japoneses repatrían buena parte de sus inversiones más líquidas cuando vienen mal dadas a nivel global. Estas entradas de lujo de capital solían fortalecer al yen frente a sus pares.
FUENTE: BOLSAMANÍA
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