Por qué España no tendrá que racionar el gas este invierno, al contrario que Europa
- La Península y Francia tienen una escasa o nula dependencia del gas ruso
- Desde Bruegel aseguran que no es posible compensar el problema con gas licuado
Aún faltan meses para encender la calefacción en Europa, pero ya comienza a entreverse cómo será el invierno en el Viejo Continente. La escasez de gas en Alemania ya ha provocado que la mayor inmobiliaria de este país haya limitado los termostatos de sus inquilinos en los 17ºC durante la noche, por lo que más de uno tendrá que comprarse un nuevo edredón.
Aunque se trate de un pequeño gesto, el tope en la calefacción será el aperitivo de los muchos cambios a los que tendrán que acostumbrarse los europeos este año para compensar el recorte del flujo de gas de Rusia hacia la Unión. Aunque por el momento España no se verá afectada, según los analistas de Bruegel.
Este prestigioso think tank calcula en un estudio publicado esta semana que la Península Ibérica y Francia no necesitarán reducir el consumo de gas este año debido a su escasa dependencia de la energía procedente del Este, pero serán los únicos que tengan este privilegio en todo el continente.
De media, la Unión Europea deberá rebajar durante los próximos 10 meses el consumo de esta materia prima un 15%, según Bruegel, si el clima es similar al de otros años. «Un invierno frío y largo necesitaría de recortes más pronunciados», explican los autores del informe.
En un escenario normal, Alemania tendrá que reducir hasta la próxima primavera su demanda de gas un 29% (frente al periodo 2019-2021), Países Bajos un 16% e Italia un 9%.
Quienes más tendrán que apretarse el cinturón son los países situados en el extremo este de Europa por su gran dependencia de la energía rusa, especialmente aquellos sin costa, ya que no podrán recibir gas licuado a través de buques metaneros. En este sentido, Estonia, Finlandia, Letonia y Lituania tendrán que recortar su consumo de gas hasta un 54%.
Las ineficiencias del sistema gasista europeo, que durante décadas ha marginado a la Península, son las que ahora han permitido a España y Portugal salvarse del corte de gas ruso, según los analistas. «Portugal, España y Francia están aislados del gran mercado europeo debido a las limitadas conexiones entre España y Francia, y Francia con el norte y el este [del continente]».
La clave para que España soporte su demanda de gas es que este proviene del Norte de África. Los autores del estudio calculan que, de media, entrarán cada mes 8,75 TWh equivalentes de gas a través de la tubería que conecta Marruecos con Almería, y 24,14 TWh de gas licuado. En este sentido, desde el think tank recomiendan que España ceda parte de sus importaciones de gas licuado argelino a Italia para que este llegue al resto de Europa a través de las tuberías italianas.
Recortar el consumo de gas no es imposible
Reducir la demanda de gas un 50% -como tendrán que hacer 9 países- en cuestión de seis meses no tiene precedente en la historia europea, pero no parece imposible. Al fin y al cabo, no se trata de una medida sobrevenida, sino que la propia Unión Europea ha acordado reducir dos tercios de su dependencia de gas ruso de aquí a final de año, que hasta ahora suponía el 40% del que consumía, por lo que los Veintisiete deberán coordinarse para lograr ese objetivo.
Además, Bruegel explica que parte del trabajo ya está hecho. Según sus cálculos, varios países de la Unión ya lograron reducir drásticamente su consumo de gas después de que Rusia atacase a Ucrania a finales de febrero. Estonia, Finlandia, Letonia y Lituania, los más expuestos, emplearon un 35% menos de gas entre enero y abril de 2022 en comparación con la media de los últimos tres años, y se acercan rápidamente a ese objetivo de reducción del 54%.
Sin embargo, esta disminución del consumo no se relaciona con medidas gubernamentales a largo plazo, sino con el precio de esta materia prima, que se ha disparado desde que comenzó el año por la guerra en Ucrania, y sigue subiendo de precio por los cortes intermitentes de gas del flujo de gas ruso. Bélgica, por ejemplo, también ha logrado rebajar un 17% su consumo de gas este año, pero solo lo ha logrado porque este invierno fue más suave que los anteriores.
Para los autores del informe, la solución para acabar con la dependencia del gas ruso es sencilla, reducir su consumo. Y arrojan un jarro de agua fría sobre quienes proponen resolver el problema con el gas natural licuado: «Sustituir el gas ruso con GNL ha alcanzado ampliamente su límite. Una disminución del gas ruso solo se puede compensar con una reducción de la demanda de la Unión Europea»
Fuente: Canal digital eleconomista
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