El racionamiento de gas socava el tabú del fracking en Alemania
Técnicos, voces de la industria y parte del gobierno instan a impulsar una técnica que podría cubrir una quinta parte de la demanda anual del país durante décadas
Frente al racionamiento energético Alemania intenta sacar partido de la gran reserva de gas encerrado en roca de esquisto que permanece sin explotar en el noroeste de su territorio
A solo un paso del racionamiento energético y con el suministro de gas ruso reducido ya en un 60%, Alemania vuelve los ojos a la gran reserva de gas encerrado en roca de esquisto que permanece sin explotar en el noroeste de su territorio, además de los depósitos detectados en el mar del Norte, que en conjunto podrían aportar al menos una quinta parte de la demanda nacional anual durante décadas. Se calcula que podrían extraerse 20.000 millones de metros cúbicos al año, la mitad del suministro ruso antes de la invasión de Ucrania.
El ministro de Economía y Clima, el verde Robert Habeck, sigue rechazando esta técnica de extracción por sus posibles consecuencias negativas para el medio ambiente, pero en las últimas semanas el tabú ha caído para la industria, para los técnicos y para parte del gobierno.
Petición explícita
El primero en levantar el veto ha sido el Partido Liberal (FDP), que forma parte de la «coalición semáforo» de Olaf Scholz y cuyo portavoz de política energética, Michael Kruse, acaba de recordar que «siempre hemos rechazado el contenido de la ley de prohibición del fracking de 2017». El FDP defiende abiertamente la retirada de la prohibición de gran alcance del fracking para promover las reservas de gas alemanas y apoya «la expansión significativa de la producción nacional de gas natural». «Como muestran los estudios científicos, el fracking no causa ningún daño ambiental relevante bajo los estándares de seguridad modernos», ha afirmado también Torsten Herbst, jefe del grupo parlamentario liberal, que señala que EE. UU. utiliza el método de forma intensiva para producir el gas que ahora intenta Alemania importar a marchas forzadas.
Quienes aprobaron la ley de 2017 fueron la conservadora CDU de Merkel y el Partido Socialdemócrata (SPD), por lo que estos dos partidos guardan ahora silencio al respecto, pero el presidente de la bávara CSU, Markus Söder, y el ministro de Economía de Renania del Norte- Westfalia, Andreas Pinkwart, así como el director del Instituto Económico Alemán (IW), Michael Hüther, han pedido abiertamente un nuevo debate público sobre el fracking y un estudio técnico actualizado, cuyo veredicto resultaría ahora definitivo.
Un organismo internacional de asociaciones geológicas se ha quejado recientemente en la «Declaración de Copenhague» de que «con frecuencia los informes de los medios de comunicación engañosos sobre la exploración y el uso del gas de esquisto» han conducido a malas decisiones para la sociedad. Con el objetivo de descartar riesgos residuales, recomienda excluir del fracking ciertas regiones: regiones de obtención de agua potable, zonas sísmicas, yacimientos de gas por encima de los 1.000 metros o en zonas de fractura. Pero los dos billones de metros cúbicos de gas natural accesible en el esquisto bajo suelo alemán no pertenecen a ninguna de esas categorías.
La Asociación Profesional de Geocientíficos Alemanes (BDG) se ha pronunciado igualmente a favor de «considerar el fracking» en Alemania y la Federación de la Industria Gasística Alemana (BVEG) apunta a oportunidades de mejora en el sistema de extracción que disminuyen considerablemente los riesgos, aunque advierte que el esfuerzo sería enorme. Incluso si se tomara la decisión de permitir el fracking nuevamente, pasarían al menos tres años antes de que ese gas comenzase a fluir al sistema, dice la BVEG. Los volúmenes de producción relevantes solo llegarían dentro de diez años y sería contemplada como una tecnología puente hasta que la transición energética al sol y al viento haya progresado lo suficiente.
En cuanto a los operadores energéticos, no lo pueden tener más claro. El presidente de Eon, Leonhard Birnbaum, urge a «hacernos la pregunta: ¿Podemos desarrollar campos adicionales en Alemania?». En una entrevista concedida a ‘Wirtschaftswoche’ ha declarado que «ahora debemos buscar sin tabúes todas las soluciones que nos ayuden a mejorar nuestra situación. Un aumento modesto en la producción nacional no sería la solución, pero sería un pequeño ladrillo que también puede ayudar a la construcción del edificio».
Birnbaum se muestra escéptico acerca de extender la vida útil de las tres centrales nucleares restantes en Alemania, cuyo cierre está previsto para final de este año. Todo es posible si estás dispuesto a poner dinero sobre la mesa, a establecer las condiciones adecuadas, admite, «pero sería más fácil y efectiva la producción doméstica de gas, debemos maximizar absolutamente la producción doméstica».
En este contexto de revisión de la política de producción de gas, se están dando ya algunos pasos hacia la producción planificada de gas natural frente a la isla de Borkum, en el mar del Norte. El Ministerio de Asuntos Económicos de Hannover y la empresa holandesa One-Dyas han acordado las piedras angulares del proyecto. «En el Mar del Norte, a 20 kilómetros de Borkum, se encuentra un campo de gas natural que duraría 25 años, con unos 60 mil millones de metros cúbicos de presunto volumen total», ha señalado el ministro de Asuntos Económicos de Baja Sajonia, Bernd Althusmann.
El campo está situado en la zona fronteriza entre Alemania y Holanda, muy cerca del Parque Nacional del Mar de Frisia de Baja Sajonia. Se accede desde una plataforma de producción visible desde Borkum a través de pozos horizontales que protegen el parque nacional. Si logran sacar adelante el proyecto, 5.000 millones de metros cúbicos de gas podrían fluir desde allí cada año a partir de 2024, casi tanto como la propia Alemania ha estado produciendo anualmente hasta ahora.
Reservas para cuatro décadas
«En Alemania necesitamos 86.000 millones de metros cúbicos de gas por año y las reservas se estiman en 1,36 billones, más que suficiente, pero debido a la prohibición del fracking no podemos precisar la cantidad exacta», explica el profesor de Geología del Instituto de Tecnología de Karlsruhe Christoph Hilgers. Según los cálculos del Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas, el subsuelo español dispondría de 1,3 billones de metros cúbicos de gas, lo que equivale a cerca de 40 años de consumo al ritmo actual. La mayor parte de esos yacimientos de gas no convencional se encuentran repartidos por el norte, en la franja que arranca en Asturias y llega hasta los Pirineos, incluyendo Burgos; en la zona del Levante, la cordillera Bética y el último tramo del Guadalquivir. Un tesoro energétkico enterrado que el gobierno no parece dispuesto a explorar.
Fuente: Canal digital abc
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