Por ahora, los rendimientos de la deuda corporativa y soberana no requieren que Powell y Lagarde den un giro
Jerome Powell y Christine Lagarde están en un aprieto. El jefe de la Fed y su homóloga del BCE quieren subir los tipos para frenar la inflación. Para ello, tendrán que enfrentarse a las expectativas del mercado de un giro de 180 grados si los mercados de renta variable y de crédito se hunden.
Es muy posible que vuelva la Fed Put, la opción Fed. El entonces presidente del organismo, Alan Greenspan, recortó de forma rutinaria los tipos cuando los mercados se desplomaron. En 2019, el propio Powell dio marcha atrás en la retirada de la flexibilización cuantitativa de la era de la crisis en medio de los descalabros del mercado.
Con el S&P 500 en territorio bajista tras caer un 21% desde enero, Powell puede temer por la moral de los consumidores. Si el aumento de los costes de financiación hiciera que las empresas recortaran drásticamente el gasto o tuvieran dificultades para conseguir financiación, aumentarían las peticiones de una pausa en las subidas de tipos, o incluso de más programas de compra de bonos, como los que se promulgaron en medio del Covid en 2020.
Dicho esto, el S&P 500 sigue en niveles de febrero de 2021, por encima de antes de la pandemia. Mientras, el rendimiento extra que pagan las empresas con rating de bono basura respecto a los tipos de referencia sigue siendo solo tres veces superior al que pagan las de grado de inversión, en línea con su media de 10 años, según los índices ICE Bank of America. El índice nacional de la Fed de Chicago muestra unas condiciones financieras sensiblemente más laxas que en crisis anteriores.
No es de extrañar. Aunque las empresas tienen mucha deuda, su bajo coste y los amplios vencimientos reducen el riesgo de una repentina ola de impagos. Solo un tercio de las empresas de EE UU calificadas como bono basura, BB+ o inferior, tienen créditos con vencimiento hasta 2024, según S&P Global. Los costes de financiación han aumentado, pero no hasta los niveles de la opción Fed.
De media, la deuda emitida por las empresas de EE UU con grado de inversión solo paga unos 140 puntos básicos de retorno adicional, según ICE Bank of America. A principios de 2016, un año en el que la Fed pausó las subidas de tipos, esa prima alcanzó los 230 puntos. Los analistas de BNP estiman que la Fed necesitaría que los diferenciales corporativos superaran los 200 puntos para volver a flexibilizar su política.
En Europa, Lagarde está probablemente más preocupada por las condiciones de financiación de los Gobiernos. Si los retornos de los soberanos más débiles se disparan, podrían reavivarse los temores de ruptura. Así, el BCE podría dar marcha atrás antes que la Fed y renovar las compras de bonos de los países más débiles, aunque suba los tipos para frenar la inflación. Pero aunque el diferencial entre la deuda italiana y la alemana se ha disparado hasta unos 240 puntos básicos, no es más que a principios de 2014, antes de que el banco empezara a comprar deuda. La prima italiana tendría que alcanzar los 350 puntos para que el BCE tomara medidas, según Capital Economics.
Las señales del mercado pueden cambiar deprisa, claro. Pero ahora mismo, proporcionan cobertura intelectual para que Powell y Lagarde se mantengan firmes en su lucha contra la inflación.
Fuente:
CincoDías
columnistas de Reuters Breakingviews.
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